Por el Lic. Pablo González
Ponencia presenta en el Isehf – Sede Ciudad del Este
30 de Octubre de 2009
Buenas Tardes!!!
Hablar de Foucault no es fácil; más aún cuando sólo se cuenta con unos minutos para presentar sus aportes en el campo de la epistemología y en la política. También por la sencilla razón de que este viaje lo hago en condiciones poco cómodas (12horas de viaje –seis venida y seis vuelta- y 20minutos de ponencia.). Quizás los efectos del ejercicio de un poder, cuya posición es más estratégica que la mía tenga mucho que ver en esta cuestión.
Pero aún así, me encuentro con un público……………..que de seguro estaba esperando esta ponencia con muchas expectativas. Pero no esperen tanto! No les recomiendo. Yo creo que diré cosas que Uds. ya saben, por ende no creo poder aportar mucho, pero de seguro, algo quizás paupérrimo y mísero, pero algo he de dar. Entonces, por favor, tampoco se retiren.
Bueno, creo haberles dicho que cuento que unos minutos para hablarles de epistemología y de política en Foucault. Y de seguro se preguntarán: ¿Acaso su tema no era las esferas de poder? ¿Por qué habla de epistemología, cuando en realidad le pedimos que nos hable solamente de Política? ¿Será que está un poco despistado?
Trataré de empezar a responder esta última. Creo que sí estoy despistado. ¿Por qué lo digo? Porque para estudiar a Foucault, hay que estar un poco despistado. Pero bueno, intentaré razonar y para así mostrarles que cuando Foucault habla de política no puede desprenderse otras instancias, pues cómo el mismo lo diría –supongo- “están siempre en relación”. Estas instancias pueden la epistemología, las ciencias humanas, etc. Es más, Foucault puede ser catalogado como epistemólogo.
Cuando se habla de esferas de poder en Foucault, se habla de centros de poder. Es decir, lugares en donde podría analizarse la cuestión de las relaciones de poder. Pues bien, no confundamos focos con centro o unidad de poder. Esto es lo que nuestra noción de política nos ha hecho comprender por mucho tiempo. Por ejemplo, el Aparato del Estado.
No es en este sentido que nuestro pensador habla de esferas, de focos; sino, en lugares concretos, instancias exactas, en donde los efectos y las relaciones de poder son mejor vistos aunque siempre estén camuflayados. Esto no significa que ahí está el poder, sino que desde esos lugares es posible estudiar la cuestión de las relaciones de poder.
A partir de aquí, podemos ya deducir una primera y posible conclusión: Foucault analiza las relaciones, las estrategias, las técnicas de poder desde los engranajes, puntos que sirven de sostén, focos locales en los que se puedan detectarse la ya mencionada tecnología, y desde los cuales se dispersan, se expanden en busca hacia centros. Esto no significa que hay una instancia cerrada y única de poder, sino que hay multiplicidad de engranajes.
A continuación se puede mencionar que en Foucault existen dos esferas bien diferenciadas, yuxtapuestas, pero no contrarias. Más bien existe una íntima relación entre ambas. Son las prácticas discursivas y las no discursivas. He aquí que me encuentro en una posición donde necesariamente se debe ver la índole epistemológica, cuando se pretende analizar las prácticas discursivas.
Las prácticas discursivas se circunscriben dentro del marco de saber. Y este saber es el que delimitará los sectores en los que es posible decir algo y decir algo desde unas condiciones que posibilitan el decir. Es decir, la verdad de lo que se dice, es verdad en la medida de la posición desde la cual se hable. Para Foucault, no existen verdades que están por detrás de lo dicho y que hay que buscar cuando se dice. Lo que se dice no esconde una verdad. Lo que existen son condiciones de posibilidad de los discursos. Es decir, discursividades. Para que un discurso salga a la luz, dependerá del régimen de formación de los discursos.
Veamos qué nos dice Foucault al respecto: “En todas estas investigaciones en las que hasta ahora he avanzado tan poco, quisiera mostrar que los “discursos”, tales como pueden oírse, tales como pueden leerse en su forma de textos, no son, como podría esperarse, un puro y simple entrecruzamiento de cosas y de palabras: (…); yo quisiera demostrar que el discurso no es una delgada superficie de contacto, o de enfrentamiento entre una realidad y una lengua, la intrincación de un léxico y de una experiencia; quisiera demostrar con ejemplos precisos que analizando los propios discursos se ve cómo se afloja el lazo al parecer tan fuerte de las palabras y las cosas, y se desprende un conjunto de reglas adecuadas a la práctica discursiva”. (Foucault. Arqueología del Saber, Buenos Aires, 2002, pág.80)
Hay que entender que para Foucault, la verdad no es la adecuación entre el enunciado y la cosa, como lo era para el realismo gnoseológico; porque para tal efecto son necesarios:
1.- Un objeto con una esencia, que no existe;
2.- Un sujeto que capte la esencia, que tampoco existe.
Ambos elementos: sujeto y objeto no existen, más que como una función derivada y una invención del discurso que conjuntamente con efectos de poder los constituyen.
Dice Murillo al analizar la cuestión de la verdad en Foucault: “La verdad es una ficción, inventada en la relación de fuerzas, frente a otras ficciones inventadas también. Tiene una doble historia: una historia interna, tal como se dan en las ciencias (lo enunciable) y una historia externa a partir de prácticas extradiscursivas (lo visible). De modo que la verdad tiene, en síntesis, una historia tejida en la trama del poder, ese tercer término que une visibles y enuciables.” (Murillo, Susana. Verdad e historia en Michel Foucault. pág.164. En: Augusto Pérez Lindo. El problema de la verdad: I. Estudio sobre Platón, Aristóteles, Nagarjuna, Descartes, Hegel, Marx, Nietzsche, Foucault. Buenos Aires: 1991.)
La verdad nunca es descubierta o encontrada en la interioridad de las cosas, sino que es inventada, establecida a través de diversos procedimientos en distintos momentos históricos: así, por ejemplo, la investigación inquisitorial usada en cuestiones religiosas y jurídicas en la Edad Media sirve de modelo a la aparición de las ciencias naturales, que son ciencias de observación, de indagación; el examen disciplinario en el siglo XIX sirve, en cambio, de modelo de las ciencias humanas que surgen y está al servicio de disciplinamiento de los cuerpos. Por ende, en la modernidad la ciencia se presenta como el lugar de la verdad y ésta oculta algo que era claro en los griegos: que la verdad está vinculada con relaciones al poder.
Aquí cabe una segunda conclusión: la verdad es un conjunto de regímenes, de procedimientos a través de los cuales el poder establece qué es lo verdadero y qué lo falso en cada momento histórico y con ello se organiza un campo de problemas dentro del cual se constituyen ciertos objetos, con aspectos visibles y enunciables (la locura, el derecho penal, la criminalidad, la sexualidad, etc.) y se constituyen sujetos (el terapeuta y el paciente, el educador y el educando), como así también todo un conjunto de enunciables que podrán ser verificados como verdaderos o falsos dentro de ese campo.
En este sentido, los discursos son formaciones cuya función es la relación entre enunciados. Un enunciado es lo que es dicho efectivamente –su formalidad- (no se pretende ver como en la hermenéutica qué verdades esconde para poder sacarlas a luz) y el régimen que condiciona esa formalidad. El saber es el conjunto de estas prácticas o formaciones discursivas.
Dice Deleuze: “Lo verdadero no se define por una conformidad o una forma común, ni por una correspondencia entre las dos formas. Existe disyunción entre hablar y ver, entre lo visible y lo enunciable: lo que se ve nunca aparece en lo que se dice, y a la inversa.” (Deleuze, Gilles. Foucault, Buenos Arires, 1987, pág.93)
Es preciso aclarar que el saber no puede ser identificado con “La ciencia”; es horizonte y condición de posibilidad de ella. Entonces, el saber tiene aspectos discursivos y no-discursivos, o enunciables y visibles; enunciables, el discurso psiquiátrico, el criminológico, el pedagógico, el económico, etc.; visibles, los locos, los criminales, los educantes, los bienes, la organización física y arquitectónica del hospital, de la prisión, del aula, las prácticas terapéuticas o educativas, todos ellos tienen aspectos, disposiciones, regímenes de luz, que muestran un saber implícito, a partir de relaciones de poder explícitas. Entre saber y poder existe una estrecha relación. El poder crea saber y el saber fortalece las relaciones de poder.
“El discurso trasporta y produce poder; (….). Los discursos son tácticos en el campo de las relaciones de fuerza; puede haberlos diferentes e incluso contradictorios en el interior de la misma estrategia (….). A los discursos (…)hay que interrogarlos en dos niveles: su productividad táctica (qué efectos recíprocas de poder y saber aseguran) y su integración estratégica (cuál coyuntura y cuál relación de fuerzas vuelve necesaria su utilización en tal o cual episodio de los diversos enfrentamientos que se producen).”(Foucault. Historia de la Sexualidad: Voluntad de saber, tomo 1, Madrid, 1977, pág123-124)
Al entender Foucault el poder como relación de fuerzas, al partir de las operaciones, de los mecanismos y las estrategias, ello debe señalar un campo exacto, concreto, puntual, estratégico y desde donde es posible ver tales operaciones y tales relaciones. Como el poder crea saber y el saber otorga poder, y como resultado de esta relación es la constitución de los sujetos y los objetos, tiene que existir un lugar histórico en la que se observen y que de hecho se den estas constituciones. ¿Dónde ocurren estas relaciones? ¿En qué momento y qué circunstancias son visibles tales relaciones?
Deleuze, en su obra Foucault, manifiesta que la institución es el lugar por excelencia “el inevitable factor de integración, donde las relaciones de fuerza se articulan en formas: formas de visibilidad, como aparatos institucionales, y formas de enunciabilidad, como sus reglas” (Deleuze, pág18)
Según Foucault, durante el siglo XVIII y XIX se inventaron técnicas de poder tales que este poder ya no actúa por extracción, sino por producción y maximización de la producción. Un poder que no excluye, sino más bien incluye. Un poder que no actúa por la separación en grandes masas imprecisas, vagas, confusas, sino por distribución según focos, engranajes, maquinarias. Un poder que no está ligado la ingenuidad de la ignorancia sino, al contrario, a toda una serie de mecanismos que aseguran la formación, la transformación, la acumulación, el crecimiento del saber. (Cf.Los anormales: Curso en el Collège de France (1974-1975). Buenos Aires, 2000. pág.55.)
Ahora bien, ¿Cómo se produce la transformación? Es posible observar un proceso circular que es muy típico de esas tecnologías de saber y poder: Durante esta etapa se introdujeron y se multiplicaron instituciones de poder y especializaciones de saber, que tomaron forma en la prisión, en los seminarios, en las escuelas, en los colegios, en los talleres, en el ejército, etc.; en síntesis, unas instituciones donde se recorta, de alguna manera privilegiada, el cuerpo del individuo y el control del mismo a partir de su disciplinarización.
Aquí es preciso tener algunas consideraciones: primera, que desde el siglo XVIII se han venido inventando tecnologías de poder que faciliten el control de los cuerpos; segunda, que estas tecnologías toman forma en ciertos aparatos tales como hospitales, cárceles, talleres, e inclusive el Estado, pero que no es la única que puede existir ni tampoco ella puede convertirse en determinante de las relaciones de poder; tercera, que estas invenciones están ligadas a un entramado de relaciones que parten de la relación entre poder-saber y; por último y como consecuencia de las anteriores, no puede determinarse un lugar, un centro desde donde parte el poder hacia otro foco, hacia donde se dirija la fuerza del poder.
Dice Foucault: “Se trata en cierto modo de una microfísica del poder que los aparatos y las instituciones ponen en juego, pero cuyo campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas”. (Foucault, Michel. Vigilar y Castigar: el nacimiento de la prisión. México,2004, pág.34)
Entonces, se trata de determinar formas de institucionalización en donde son visibles las estrategias, las relaciones y los efectos de poder saber. Son visibles en ellas, puesto que ellas ponen en funcionamiento esa gran maquinaria de relaciones microfísicas del poder. Es por esta razón que es posible analizar tales relaciones de poder enfocando cuidadosamente la mirada hacia estas determinadas instituciones. “Estas últimas constituyen un punto de observación privilegiado, diversificado, concentrado, puesto en orden y llevado al punto más alto de su eficacia” (Foucault. El sujeto y el poder, pág.17. Disponible en: www.philosophía.cl).
Por último, tercera conclusión. Para Foucault “la institución será el lugar eminente donde el ejercicio del poder es condición de posibilidad de un saber, y donde el ejercicio del saber se convierte en instrumento del poder. La institución, a la que Foucault ha dedicado páginas tan penetrantes, al asilo o el manicomio, al hospital, la cárcel, la escuela, el taller…, es el lugar de encuentro entre estratos y estrategias, donde archivo de saber y diagrama de poder se mezclan e interpenetran, sin confundirse”. (El sujeto y el poder, pág.17.)
Las formas de una institucionalización fácilmente puede combinar predisposiciones tradicionales, estructuras legales, fenómenos relacionados a la costumbre, también pueden tomar formas de un aparato cerrado en sí mismo, como un lugar específico, una autonomía relativa en su funcionamiento.
Empero, también puede tomar la forma de un aparato mucho más complejo, provisto de otros aparatos. Este es el caso del Estado, cuya función es poner todo bajo su salvaguarda, el control, la regulación y la distribución de relaciones de poder en un entramado social.
BIBLIOGRAFÍA
Otras obras del autor:
1. Foucault, Michel. Arqueología del Saber. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.
2. ……………... Defender la sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000.
3. ……………... El sujeto y el Poder. [Consultado el 05 de enero de 2009] Disponible en: www.philosophía.cl
4. ……………... Historia de la Sexualidad: la voluntad de Poder. Tomo1. Madrid: Siglo XXI, 1977.
5. ……………... La verdad y las formas Jurídicas. Barcelona: Gedisa. 1996.
6. ……………... La vida de los hombres infames. Barcelona: la Piqueta, 1990.
7. .……………... Los anormales: Curso en el Collège de France (1974-1975). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000.
8. ……………. Saber y verdad. Madrid: La piqueta, 1985.
9. ……………... Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Buenos Aires: Alianza, 1992.
10. ………………Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. México: Siglo veintiuno ,2004.
c.- Otras fuentes:
1. Bonetti, José Antrés. Michel Foucault, pensador de la historia. p.113-126. En: Revista de filosofía Anthropos. Enero-diciembre, 1996.
2. Chartier, Roger. El poder, el sujeto, la verdad: Foucault lector de Foucault. p.100-127. En su: Escribir las prácticas: Foucault, de Certeau, Marin. Buenos Aires: Manantial, 1996.
3. Deleuze, Gilles. Foucault. Buenos Aires: Paidós ,1987.
4. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía [CDRom]. Lisboa: Don Quijote, 1978.
5. Gómez Pardo, Rafael. Introducción crítica a la Arqueología de Michel Foucault. p.107-122. En: Revista de filosofía colombiana Ideas y Valores. Abril, 1989.
6. Lanceros, Patxi. Michel Foucault: poder y sujeto. p.17-34. En: Revista de filosofía Anthropos. Julio-Diciembre, 1995.
7. Martínez Riu, Antoni y Jordi Cortés Morató. Herder. Diccionario de Filosofía [CD Rom]. Barcelona: Herder, 2008.
8. Murillo, Susana. Verdad e historia en Michel Foucault.
No hay comentarios:
Publicar un comentario